Álvaro Frutos, la mirra y la condición mortal del hombre

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Han pasado algunos días desde que vimos ‘Mirra’, en el Teatro Central. Y a pesar de haber transcurrido ese tiempo, mantenemos frescas en la memoria las imágenes que nos dejó su potente puesta en escena. La compleja propuesta de la Compañía Álvaro Frutos, que dirige el coreógrafo y bailarín sevillano, está repleta de fuerza, plasticidad, sensualidad, intensidad y una comunicación total por parte de sus tres intérpretes. Una particular reflexión sobre el qué somos y para qué estamos en el mundo.

Mes de Danza

Texto: Fernando Chacón

mirra interior
Álvaro Frutos, rodeado de mirra, durante la actuación.

Expresividad. Movimientos corporales acompasados. Una  puesta en escena bien estudiada por parte del mismo Álvaro Frutos y de sus dos acompañantes sobre el escenario, Cipri López y Lucía Vázquez Madrid. Soberbios los tres. Cada uno de ellos moviéndose buscando el mismo objetivo: hallar la mirra. Durante el recorrido que les lleva a esta resina exótica originaria de Egipto, -conocida por ser el tercer presente, tras el oro y el incienso, que los Reyes Magos regalaron a Jesús de Nazaret- reflexionan sobre su propia existencia en el mundo. La pieza ahonda sobre la condición humana mortal, con nuestros errores y aciertos, y a la que como el mismo director sevillano dice, “parecemos condenados”

50 minutos en los que vemos tres cuerpos arrastrados por un suelo de color rojo intenso, que parten a la vez pero que llegan en distintos momentos hasta ‘Mirra’, vista como una meta. Siempre en el horizonte…Parece representar la sanación de todo dolor, problema o frustración. Al restregar todo el cuerpo con ella, los tres artistas dejan atrás la pesada carga de la vida. Es como encontrar un oasis en mitad del desierto. Sales fortalecido y te agarras a esa resina como a un clavo ardiendo. Es la forma de respirar y de seguir viviendo.

Ese poder sanador de este ungüento existe desde la antigüedad. Desde el punto de vista de la medicina natural, la mirra es uno de los remedios más utilizados por el hombre a lo largo de su historia, por sus propiedades curativas. Es un estimulante y provoca una gran sensación de bienestar, con sólo sentir su aroma durante un buen rato.

Todo ello lo representa Álvaro Frutos con una gran carga expresiva, con choque de cuerpos contra uno mismo y contra los otros. En ‘Mirra’ los movimientos, continuos y hasta espasmódicos a lo largo de casi una hora, se entremezclan con monólogos y diálogos, con y sin sentido, sobre la reflexión de nuestra propia existencia en el mundo. Los tres bailarines comunican con todo el cuerpo. La sensualidad se hace patente. Se expresan con el lenguaje verbal, no verbal y paraverbal. Este último mejora la comprensión del lenguaje verbal y favorece la manifestación de sentimientos, emociones y de actitudes del que habla, a través del volumen, el ritmo, el tono de la voz, las repeticiones, enlaces, sonidos y también silencios.

Sobre Mirra, Frutos nos dice: “Todos estamos obligados a ser humanos, incluso al mismo Hijo de Dios se le recordó esta condición con un presente: la mirra. “Last but not least” sería la mejor forma de introducir a esta resina exótica, tercera en la serie, ninguneada, última en llegar a todo, aguafiestas como ella sola. Si no nos queda otra, ¿por qué no pasar por nuestra parte humana y experimentarla? A partir del olor de la mirra podemos viajar en una espiral a nuestro pasado, con distancia, expiando nuestro recuerdo como corderos a punto de entrar en el matadero, como fardos embalsamados que se lanzan al vacío”.

Es la reflexión del coreógrafo; lo que nos ha querido contar. Luego a oscuras, en una segunda fila de una sala pequeña, la imaginación juega un papel esencial a la hora de interpretar la performance. Nos transmite y nos llega.

Fotos: Luis Castilla

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