Alaska y Mikel Erentxun. La nostalgia es adictiva

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La cantante, ahora con Fangoria, y el ex componente de ‘Duncan Dhu’, coinciden el mismo fin de semana en Sevilla con dos conciertos para el recuerdo.

Testigo directo: Fernando Chacón

Los que ya pasamos esa barrera de los 40, el pasado sábado y domingo tuvimos la oportunidad de volver a nuestro pasado musical casi sin respiro. En un abrir y cerrar de ojos, Fangoria y la sempieterna Alaska (Olvido Gara) y la cálida y personal voz de Mikel Erentxun (Duncan Dhu), se dieron cita en Sevilla. Dos leyendas de la música de los 80 y 90 en España tocaban en la misma Isla de la Cartuja, en dos escenarios apenas separados un kilómetro. Dos ‘duelos’ de voces legendarias de la música española, en 24 horas. ¡Qué lujo!

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Así se vio a Alaska al comienzo de su actuación.
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La silueta de Alaska aparece delante de un círculo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Nacho Canut, la otra cara de Fangoria.

Por un lado, la incombustible Alaska. La cantante tiene uno de esos currículos que daría envidia a cualquier músico que se precie, con más de 15 millones de copias vendidas de sus discos. Por ella parecen no pasar los años encima de un escenario. Desplegó toda su fuerza, su energía, su sicodelia y su poderosa voz ante un público entregado desde la primera canción. Y como dicen que lo bueno se hace esperar, un complejo montaje geométrico retrasó en demasía la salida del grupo y de la artista a la que todos habíamos ido a ver.

Cuando un día acababa y el otro empezaba, apareció entre unas luces azules, como si saliera de la bruma, Alaska junto a Nacho Canut (Fangoria). El tiempo se detuvo. La misma pareja con la que Olvido Gara arrancaba en 1977 con Kaka De Luxe seguía con ella en 2016. ¡39 años! Mucho más que un matrimonio (musical). Si me lee Mario (Vaquerizo)…

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Alaska (Fangoria), durante un momento del concierto.

Y así dio comienzo un espectáculo que se extendió durante hora y media, y en el que Fangoria presentaba su nuevo disco ‘Canciones para Robots Románticos’, publicado en febrero de este año, con ‘Delirios de un androide cardado’, entre las primeras canciones del concierto. Románticos sí, pero de robots, nada. El público que abarrotaba la explanada del Monasterio de la Cartuja botó como pelotas de goma cuando sonaron las esperadas ‘Geometría polisentimental’; ‘La nostalgia es una droga’; ‘Fiesta en el infierno’; ‘Mentiras de folletín’; ‘Disco Sally’, correspondientes a su nuevo album. ¡Imposible no bailar!

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El público disfrutó, bailó y cantó al ritmo de Fangoria.

El ambiente a esas horas ya estaba más que caldeado y entregado a una Alaska, que se gustaba en el escenario.

Después sonaron las pegadizas letras y estribillos de su disco anterior, ‘Policromía’ (2013), como ‘Dramas y comedias’ o ‘Desfechatez’, que volvía a hacer saltar a los asistentes, que disfrutaban sin descanso a pesar de la tórrida noche que caía sobre La Cartuja. Conforme avanzaba el gran espectáculo de luces, la gente quería ver a la Alaska de siempre, a la que nos hizo bailar y cantar a todos en aquellos irrepetibles años 80 y 90. Y ella lo sabía… Así que sin demora, irrumpieron las míticas ‘A quien le importa’ y ‘Ni tú ni nadie’, que enardeció al público. Pero no fue más que un guiño. Olvido hace mucho tiempo que ya no es la Alaska y Dinarama, o la Alaska y los Pegamoides, de antaño. Al menos su personaje, porque su poderío, su magnetismo y su voz, permanecen intactos por más que pasen los años. Alaska siempre será eterna.

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Fotos del concierto de Fangoria: Víctor Terán

La voz inconfundible de Mikel

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Mikel Erentxun, en plena actuación.

Y de ella a él. Porque si la voz de Fangoria forma y formará parte de la historia de la mejor música española, qué decir de la del donostiarra Mikel Erentxun. En el ya avanzado domingo y cuando el sol ya se había puesto en la Isla de la Cartuja, aparecía en el escenario de la terraza de verano de Malandar (Auditorio Rocío Jurado), el ex componente de Duncan Dhu (San Sebastián, 1984).

Como si no nos hubiéramos despertado del sueño anterior con Alaska, aparecía Mikel para prolongarlo dos horas más. Al igual que Olvido, Mikel ya hace años que emprendió su carrera musical en solitario, tras formar una pareja inolvidable con Diego Vasallo. Pasaron los años, pero quien tuvo, retuvo. Y en un espacio acogedor, con un aforo limitado y fiel al artista, comenzamos a disfrutar de una voz inconfundible y única en el panorama musical español, y que 20 años después no ha perdido ni su fuerza ni su técnica. Mikel mostró estar en forma y comenzó un amplio repertorio con canciones de ayer, hoy y de siempre.

El cantante hizo un mix y varios “flashes” con singles de su nueva etapa con otros de sus históricos años con Duncan Dhu. Y acompañado sólo por su guitarra y ante las miradas emocionadas de los privilegiados que allí nos encontrábamos, comenzó su repertorio. ‘A un minuto de ti’, ‘Esta luz nunca se apagará’, ‘Mañana’, ‘Ojos de miel’, ‘Para que tú no llores’, ‘El hombre que hay en mí’ o ‘Marilyn Monroe’, sonaron con la fuerza que Mikel le imprimía a su inseparable guitarra.

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Ambiente en la terraza de verano ‘Malandar’ durante el concierto de Mikel Erentxun, al fondo en un haz de luz.

En el punto más álgido del acústico, Mikel se volvió nostálgico… Sonaron ‘Entre salitre y sudor’; ‘A tientas’; ‘Jardín de rosas’; ‘A tu lado’; ‘Una calle de París’ o ‘Cien gaviotas’, entre otras muchas. El pasado se hizo presente por unos minutos… A pesar del calor, Mikel deleitó y emocionó a más de una y de uno de los presentes. Ni el artista -visiblemente cansado tras varios conciertos seguidos en los últimos días- ni el público, querían terminar la noche.

La edad pasa para todos. Sin embargo, viendo este fin de semana a Olvido y a Mikel subidos a un escenario, nadie diría que fuera así. Ambos ofrecieron y dieron lo mejor de sí mismos para satisfacción de quienes, por unas horas, nos sentimos volver 20 años atrás en el tiempo. Y es que hay canciones que permanecen inalterables en la memoria. Como dice uno de los singles del último trabajo de Fangoria, ‘La nostalgia es una droga’. Por eso muchos continuamos ‘enganchados’ a fenómenos como Olvido y Mikel, a los que estamos y estaremos eternamente agradecidos.

 

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