Bailar, danzar, vivir

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Mes de Danza 23

Testigo directo: Fernando Chacón

 

El bailarín y coreógrafo, Pere Faura, hace un particular recorrido por la Historia de la Danza en ‘Sin baile no hay paraíso’. Utiliza el humor para parodiar cuatro escenas y a cuatro personajes claves en esta disciplina. Una mezcla de admiración y crítica.

Partamos de la base que no soy una voz autorizada en Danza. Soy periodista y escribo sobre lo que observo. He de confesar que en el último año me he acercado a un mundo que para mí era completamente desconocido: la danza contemporánea.

Con esta disciplina artística me ha ocurrido lo mismo que sucedió una noche con la Ópera. Era un novato en la materia hasta que entró en mi vida ‘Turandot’, de Giacommo Puccini. Tuve suerte, me podía haber tocado una de Wagner, pero no, fue Puccini.

Fue mi primera asistencia de muchas posteriores al mundo del teatro cantado. Ver en directo aquel maravilloso espectáculo quedó ya para siempre grabado en mi memoria. Como una huella imborrable. Por eso, cada vez que escucho el aria ‘Nessun Dorma’ rompo a llorar. Da igual donde esté, exploto.

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‘Pere Faura’, bailando ‘La muerte del cisne’.

Anoche asistí a la función ‘Sin baile no hay paraíso’, una performance del bailarín catalán Pere Faura, dentro de la programación de Mes de Danza.

Me recordó a aquella noche del año pasado que vi a Daniel Abréu, Premio Nacional de Danza 2014, en el Teatro La Fundición. Salvando las diferencias, son de esos momentos que ya se te quedan grabados en la retina.

Pere Faura desarrolló en la Sala B del Teatro Central una coreografía original, moderna, divertida, biográfica y crítica. Con humor.

 

 

Bailar

Antes de que Faura apareciera ante el público, una voz en off enumeraba distintas combinaciones con las palabras bailar, danza y morir. Vivir bailando; vivir de la danza; vivir por la danza; bailarte la vida; vivir sin bailar; bailar sin vivir; vivir en el escenario; sobrevivir en el escenario; malvivir de la danza; sobrevivir de la danza; morir bailando; morir por la danza; morir de tanto bailar; morir sin haber bailado nunca; la muerte del cisne… Y así hasta llegar a ‘Sin baile no hay paraíso‘.

A continuación, Faura contó con detalle lo que iba a representar delante de todos. Y eso hizo.

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Faura haciendo del bailarín, Gene Kelly.

Inició con Gene Kelly y la universal ‘Singing in the rain’, que parodió diciendo que es una canción dentro de otra canción (metacanción) que cuenta que estás bailando bajo la lluvia. Y la eterna sonrisa de Kelly mientras baila y canta, en medio del diluvio. Absurdo, pero el amor es lo que tiene… Te vuelve tonto. Cantas y bailas bajo la lluvia y el pino si hace falta.

(No me he podido resistir y he pinchado el enlace anterior para disfrutar de uno de los bailes más identificativos en la historia del cine. Gene Kelly, magistral).

Tras vestirse como una mujer y como un hombre a la vez -iba petado de ropa- bailó claqué, homenajeando a Gene Kelly. Al mismo tiempo que lo criticaba emulando su exagerada sonrisa y los pasos pisando la lluvia de forma exagerada. Admiración y crítica se daban la mano.

Luego le tocó el turno a John Travolta (foto de portada) y su archiconocida, y bailada Saturday Night Fever, en la discoteca. Con él no tuvo piedad. Sacó a relucir la chulería del hombre de la gomina, que enamoró a las chicas. Puso el listón imposible para nosotros el bueno de Travolta… ¿Quién podía bailar como él, Tony Manero, cuando fuera a una discoteca para presumir delante de ellas? Imperdonable.

Gene Kelly y John Travolta estuvieron en el punto de mira del coreógrafo. Los despellejó vivos. Transmitió una especie de trauma infantil en sus comienzos en el mundo de la danza. Aunque creo que, en el fondo, los admira. En el fondo fondo…

Los dos siguientes personajes llevaron la calma y también el drama al escenario. La perfección de los movimientos continuados de Anne de Keersmaeker con ‘Rosas’ y la universal pieza de  ‘La muerte del cisne’, que catapultó a la bailarina Ana Paulova y que inició su compatriota Maya Plisetskaya. Representa los últimos momentos de un cisne herido. Faura se entregó en ambas coreografías.

Cuatro piezas y cuatro personajes en los que el bailarín ha querido resumir la historia de la danza. Y dos estilos: la discoteca y el musical. Cada una de ellas tiene su historia y sus cifras.

Cuatro héroes

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Momento estelar de Gene Kelly en la secuencia ‘Singing in the rain’.
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John Travolta, bailando ‘Saturday Night Fever’.

 

 

 

 

 

 

 

Para empezar, la preparación para rodar el número ‘Singing in the rain’ duró un día entero. Gene Kelly, que se encontraba con 40 de fiebre, insistió en rodar sin haberse fijado las posiciones -salvo entrada y salida- por donde iba a bailar. Aunque el director de la película lo quería mandar a casa, Kelly improvisó sobre la marcha y la escena se rodó en una sola toma, la que se ve en la película.

‘Fiebre del sábado noche’. o lo que es lo mismo, el primer baile en una discoteca grabado. El single se lanzó al mercado incluso antes de que se estrenara la película, como gancho publicitario.

La banda sonora vendió más de 20 millones de copias y fue el álbum más vendido de la historia. Luego llegó el irrepetible Michael Jackson y su universal ‘Thriller’, que desbancó a Travolta, seis años después. Ni se lo esperaba el bailarín de las discotecas ni nadie. Pero Michael es mucho Michael. Inigualable. Eché en falta que lo recordara en su espectáculo. Seguramente porque no podría criticarlo como bailarín, sí parodiarlo.

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Faura se mueve con su sombra reflejada hasta tres veces sobre la pared.

El texto leído por Anne Teresa De Keersmaeker fue escogido como autora del mensaje para el Día Internacional de la Danza el 27 de abril de 2011, en la UNESCO. Faura la homenajeó con el texto íntegro reflejado sobre la pared del fondo del escenario. Antes realizó los citados movimientos de ‘Rosas’, reflejados en unas sombras.

Y llegamos al final. Faura quiso despedirse a lo grande y se sirvió del tango, y de la canción ‘Dance me in the end of love’, de Leonard Cohen bailada magistralmente por Al Pacino en ‘Perfume de mujer’. Se repitió la canción hasta en cuatro ocasiones; de lo más lento a lo más rítmico.

Hasta aquí lo que mi vista presenció. Vi en Pere Faura un BAILARÍN con mayúsculas, que sabe utlizar la ironía para hacerse entender.

El espectáculo fue soberbio. La música, los textos, la escenografía, el audiovisual… Todo en unos intensos 60 minutos. Un homenaje al baile. A cómo movemos el cuerpo cuando bailamos. En el fondo la danza no es más que eso: una forma de expresión de lo que somos y sentimos a través de nuestros movimientos. Al menos, yo la entiendo así. Y me identifico plenamente con bailar para vivir o para sentirse vivo.

 

 

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