Arranca el Festival de Cine Europeo en su decimocuarta edición. Los amantes del género tienen una cita en las salas del Centro Comercial Nervión Plaza hasta el próximo día 11. Nuestro colaborador de Cine, Juan Antonio Hidalgo, nos traerá todos los días la crónica de la jornada, que podéis ir leyendo aquí.
Juan Antonio Hidalgo, crítico de cine y cinéfilo
SEFF Día 1
Y al fin llegó el día en el que el Sevilla European Film Festival (SEFF) inauguró su XIV entrega, una edición en
la que el cine español tiene mayor importancia que nunca, con estrenos esperados en distintas secciones,
como lo nuevo de Carlo Padial, Manuel Martin Cuenca, Agustín Díaz Yanes o Carlos Marqués-Marcet.
Esta última, formando parte de la Sección Oficial a concurso, fue la elegida para inaugurar el certamen, y
fue (por lo tanto la primera en ser proyectada).
Con su primera película, la multipremiada 10.000 km, Carlos Marqués-Marcet ya pasó por el SEFF
(aunque fue en una sección paralela). En esta, al igual que en aquella ocasión, Natalia Tena y David
Verdaguer son protagonistas en esta historia, en la que (esta vez) tienen un papel importante Oona y
Geraldine Chaplin, que, como en la vida real, son hija y madre.
Eva y Kat viven juntas en un barco en los canales de Londres. Eva siente la llamada de su instinto
maternal y desea con fuerzas tener un hijo, pero para Kat esa idea está muy alejada de su cabeza.
Entonces llega de visita Roger, un amigo de esta última, un nuevo modo de relacionarse empieza a olerse
en el aire.
La historia puede parecer conocida, así como los personajes, que, en una primera impresión parecen
arquetipos de sobra conocidos. Pero la realidad es otra. Las relaciones entre los personajes son más
complejas, y las reacciones y sentimientos que muestran no son los esperados.
Natalia Tena y David Verdaguer vuelven a destilar una química impresionante en pantalla. Son amigos
desde hace años, casi como hermanos, y se nota, eso no se finge, eso no se puede actuar. Pero quien brilla
son las Chaplin. Tanto Geraldine (en las escasas escenas que tiene) como Oona iluminan la pantalla cada
vez que aparecen, y la mirada del espectador se dirige hacia ellas aunque estén rodeadas de otros
personajes, aunque estén al fondo del plano. Tienen tal poder hipnótico que Londres se vuelve luminosa
hasta en el día más nublado.
A destacar, además, el equilibrio entre el peso de los personajes, y el modo en que se tratan temas serios
sin perder el humor, sin darle una trascendencia que haría que la película perdiese interés.
También en la Sección Oficial está Western, dirigida por Valeska Grisebach, que llevaba doce años sin
ponerse detrás de las cámaras. En aquella ocasión, con Nostalgia, ganó el Festival de Gijón, dirigido en
aquel entonces por Juan Luis Cienfuegos, actual director de este SEFF. Así que ojito.
Con un tono casi documental, sin serlo, cuenta una historia del miedo al otro, al desconocido, una historia
sobre la inmigración. Un grupo de obreros alemanes llega a la frontera entre Bulgaria y Grecia para
construir una planta hidraúlica. Entre ellos está Meinhard, un exlegionario. Los lugareños desconfían de los obreros, y los obreros de los lugareños. Y Meinhard, que tampoco es que se lleve bien con los compañeros, es el único que trata de acercarse a las personas del lugar, sin hablar siquiera el idioma.
Historia sutil y desasosegante, con una pareja de protagonistas interesante y unas localizaciones que
llegan a fascinar. La historia tiene el problema de que se alarga en exceso y no sabemos a dónde quiere
llegar Grisebach con esto que nos está contando.
Fuera de concurso vimos Bajo la piel del lobo, debut en la dirección de Samu Fuentes. Y lo mejor que
podemos decir de ella es que es una película fallida.
El guión carece de entidad y tiene lagunas y más lagunas, inconsistencias, muchos sinsentido, el montaje
tiene elipsis donde no debe, la dirección de actores es nefasta y todos los interpretes están mal.
Nada funciona en esta historia donde (según nos cuenta la sinopsis) un joven, que es el único habitante de una
aldea de las montañas, baja dos veces al año al valle para aprovisionarse y comerciar con las pieles de los
lobos que caza en las montañas; en una de esas expediciones, tiene un tórrido encuentro con la molinera,
y ello provocará un cúmulo de nuevos sentimientos en el hasta entonces lobo solitario. Pero no vemos
nada de eso. De hecho, el protagonista no cambia de actitud en ningún momento, y acaba la historia tal
como empieza. Otros personajes actúan movidos por no se sabe qué resorte, desconocemos por qué hacen
lo que hacen.
Una historia llena de silencios, de fuertes resoplidos, de bufidos, que provocan exactamente lo mismo en
el espectador.
En la sección Las Nuevas Olas nos presentó la muy interesante Ava, película extravagante pero que llega
a enamorar, a pesar de ciertos momentos inquietantes que tienen que ver con la sexualización (muy
poderosa) de una cría de trece años (supongo, que no lo sé, que la actriz, por las numerosas escenas de
desnudos, no los tendrá).
Ava tiene trece años, está de vacaciones de verano, cuando el médico le confirma que en unos días
perderá la visión nocturna, y poco después, quedará totalmente ciega.
A pesar del golpe, su madre decide actuar como si no ocurriera nada y prepararse para pasar el mejor verano de sus vidas. Ava, entonces, decide vivir lo que le quede de modo intenso y salvaje.
La joven directora Léa Mysius debuta en el largo con esta historia que pasó con éxito por Cannes. Quizá
se pierde un poco en el tramo final, pero lo cierto es que son muchos más los aciertos que los errores, con
planos mágicos y de gran carga metafórica (hay uno magnífico en el que ella se gira, y al echar a andar la
noche se la traga)
Retrato de un personaje complejo, a pesar de su juventud. La historia es sólida y con fuerza, hipnótica y
enigmática en muchos momentos puede dar que hablar y puede coger premio.