¡Una Fiesta! Eso es lo que refleja la obra que expone la artista cordobesa, Valle Rivilla, hasta este sábado en la Galería Haurie. “Qué fantástica, fantástica esta fiesta” es el original título de una muestra que, en cierta manera, homenajea a una de sus ‘reinas’: la recientemente fallecida e irrepetible, Rafaela Carrá.
Si comenzamos a ver la exposición en dirección contraria a las agujas del reloj, nos encontramos a la italiana haciendo esos escorzos imposibles mientras bailaba y cantaba el estribillo de una canción universal: “Fiesta”.
Y si nos damos la vuelta, y nos acercamos veremos una boda, con los novios y sus invitados bailando y celebrando. Todos vestidos de gala para tan feliz ocasión. Si te aproximas un poco más, salen a relucir los movimientos. Mujeres y hombres, cada uno baila a su manera. Como la vida misma. Como siempre fue.

Fiesta y unos ‘muñecos vivos’
Y es que esa vuelta a la normalidad es lo que ha querido reflejar Rivilla en su obra que ha inundado de alegría el espacio de la Galería Haurie. Cuando conoces personalmente a la pintora, como fue nuestro caso, entiendes por qué ha reflejado en esos lienzos ese optimismo desbordante. Ella es pura alegría y positividad. Con una sonrisa en la cara nos contaba cuál había sido su principal fuente de inspiración (su pareja, músico) y el porqué de esos ‘muñecos’ tan divertidos y repletos de colorido.

“Pretendo mostrar un mundo amable y despreocupado, lleno de colores, de sonrisas y de música”, nos cuenta. Como si fuera tan fácil pintar esos diminutos personajes llenos de vida, que podríamos ser cada uno de nosotros. Para mirar estos cuadros uno ha de pasear la vista por los ‘muñecos’ sin teoría ni plan. Entonces, le será fácil reconocerse en cualquiera de los invitados de la boda a altas horas de la madrugada; en quien disfruta tocando un instrumento; o en el que felizmente da los buenos días al mundo entero desde su ventana.
Esa naturalidad nos recuerda a otra de las grandes exposiciones que ha acogido la Galería Haurie en sus más de 40 años abierta al público: “Asoleyando”, de la extraordinaria pintora asturiana, Bea García Doral, que también tuvimos la ocasión de disfrutar.
Una carta se cuela en la Fiesta

Pero todo ese ambiente festivo quizás se podría evocar en la ilusión de la última vez que recibiste la carta de un amigo, o de una persona amada. Nos detenemos aquí. En un mundo en el que lo digital forma parte de nuestro día a día, ver un cuadro pintado con forma epistolar evoca un tiempo pasado y muchos recuerdos. Aquel tiempo en el que muchos de nosotros escribíamos cartas a nuestras parejas si estaban lejos de nosotros; a nuestros seres queridos, nuestros amigos…
Te quedas mirando ese cuadro y traduces en letras esos ‘muñecos’, sentados sobre una especie de alambre en armonioso equilibrio. Y piensas: qué paciencia y qué pulso hay que tener para dibujar algo así. Se nota que Valle Rivilla ha escrito muchas cartas, no falta un detalle. Su encabezado, con la fecha y ese “Querido… “. A continuación, el motivo de la carta: “Te escribo estas líneas…”. Tres párrafos antes de la despedida… “Con todo mi amor…”. Y la firma. Es, sencillamente, maravilloso.
La música, siempre presente en la Fiesta

Ya hemos mencionado el cuadro de Rafaela Carrá, que la pintora cordobesa tomó prestado para dar título a esta singular exposición. “Sirva como pequeño homenaje a la artista que nos hizo fácil lo difícil de bailar, cantar y saltar sobre tacones kilométricos”, apostilla Rivilla. ¿Y quién de vosotras no ha bailado hasta altas horas de la madrugada elevada varios centímetros sobre sus pies? Las bodas unidas a su música son uno de los mejores ejemplos de la Fiesta con mayúsculas.
Ese momento en el que nos dejamos llevar al compás de una canción y de unos pegadizos estribillos, como los de ‘la Carrá’, y que la artista nos plasma en varios de sus lienzos. Los instrumentos musicales y los pentagramas, donde esos ‘muñecos vivos’ sustituyen a las notas (musicales) de forma natural, también cobran un gran protagonismo en la obra de Rivilla.
Y un guiño para los amantes de los perros y otro a la familia real británica, saludando desde el balcón, completan una muestra que es un canto a la alegría, a la felicidad, al optimismo desbordante; y a ese deseo de todos de volver a recuperar aquello que nos hace más felices. Estamos en deuda con la autora, sin duda.