Redacción: Fernando Chacón Frías
La cantautora Zaz ofreció anoche un concierto mágico, icónico y todos los adjetivos, en positivo, que se os ocurran. Regaló a Sevilla una velada en la Plaza de España de las que se recordarán. De los conciertos que he vivido en Icónica Sevilla Fest, el de la sensación francesa de ‘La Chanson’, fue el que más se asocia a la marca registrada que quiere vender el festival al mundo. Fue, además, un regalo para los sentidos; en especial para el oído y la vista. Su voz es especial… suena a rota, resquebrajada, pero está muy viva.

Zaz hizo una entrada especial y diferente en el escenario. Cuando toda su banda estaba preparada, la francesa apareció por donde menos se la esperaba; creando un pasillo entre el público, al que pilló por sorpresa. Después, se dio medio vuelta y con una sonrisa de oreja a oreja quiso decir algo como “aquí estoy Sevilla”. Y sin aún cantar, ya nos tenía en el bolsillo de sus acampanados pantalones negros.
Zaz es pura energía sobre el escenario. Incombustible. Es elegancia. Transmite una positividad sin límites, lo que se conoce hoy como ‘buena vibra’. Es la artista que sonríe mientras canta… Y baila, porque no dejó de moverse ni un momento, ni la gente con ella. Pura felicidad que trasladó a sus fans, entregados, y que la llevaron en volandas toda la noche. Se cantó en francés en la Plaza de España y si cerrabas las ojos por un momento, te podías sentir en un cabaret de París. Absolutamente mágico.
Isabelle Geffroy, que así es como se llama este talento, llegó a Sevilla para presentar ‘Isa’, el quinto disco de su carrera; y lo hacía dentro de su gira Organique Tour, que la está llevando por escenarios de todo el mundo. Anoche aterrizó en la majestuosa plaza de Aníbal González, quien a buen seguro emitiría más de un suspiro desde la distancia que marca su estatua. Y es que Zaz enamora con su voz y con su forma de ser sobre el escenario. Enamora con sus letras, que hablan de la vida, del amor… y del desamor, claro.
Zaz también canta en español

Y aunque Isabelle es francesa de nacimiento, ha tenido siempre un vínculo con España ya que su madre era profesora de español. Eso explica que anoche la pudiéramos escuchar cantando -muy bien acompañada por una fantástica orquesta con la que había un gran feeling– canciones como ‘Qué vendrá’; o que incluso se arrancara cantando la universal letra con la que los tunos rondan a las mujeres: ‘Clavelito’, y con la que Zaz quiso hacer un guiño por aquello de estar en España. Quizás una nota discordante dentro de aquel bellísimo espectáculo, pero con la naturalidad y sencillez de Zaz le quedó hasta bonito.
Esa influencia española se hace presente en sus notas y letras. Ha llegado, incluso, a hacer colaboraciones con músicos españoles, como es el caso de Pablo Alborán.
Je veux, un himno universal
Pero si de entre todas las canciones de Zaz hubiera que elegir alguna, esa sin duda sería ‘Je veux’ (se traduce ‘Quiero’ en español). Con este tema de su primer disco, la joven cantante francesa salió del anonimato en 2010 cuando sólo contaba con 26 años; y el single acabó convirtiéndose en un éxito que arrasó por Europa y por el resto del mundo. Desde entonces y hasta 2018 estuvo realizando giras internacionales, a la vez que ganaba discos de platino. Tras ‘Effet Miroir’, un álbum tremendamente exitoso, decidió tomarse un descanso; hasta que en 2020 reanudó su carrera.
Cuando llevaba hora y media de concierto, Isabelle decidió cerrar la velada, antes de los bises, con su canción fetiche. Fue el momento más álgido de la noche. Después de que Zaz comenzara a cantar y ante la reacción de euforia de los allí presentes, la francesa ‘cedió’ el micrófono a sus incondicionales que corearon una y otra vez, y otra, el estribillo. Es difícil contenerse ante un himno universal.
Antes de este momento icónico -que lo fue de verdad- Zaz había cantado otros grandes éxitos como ‘Imagine’; ‘On ira’; ‘Les passants’; ‘Paris será toujours Paris’; y la mencionada ‘Je veux’.
Zaz se fue como llegó: enamorando con su voz, su música, sus letras, sus canciones, su buen humor y su manera de ser. Y dejando una marcada huella entre los que tuvimos la suerte de disfrutarla. Cierro los ojos y vuelvo a verla, pero esta vez en una sala de conciertos pequeña… en Parí. Hasta entonces…
Merci beaucoup, Isabelle!