Redacción: Fernando Chacón Frías
Mikel Izal, cantante del grupo que lleva su apellido, lo adelantó antes del concierto de anoche en Icónica Sevilla Fest por si alguien albergaba dudas: “La despedida es un adiós, no hay planes de regreso futuro”. Así las cosas, las más de 3.000 personas que se dieron cita anoche abarrotando la Plaza de España se reunieron sabiendo que ese concierto era especial: el último de una banda que ha repartido buena música, buenas canciones y, sin duda, una de las mejores voces masculinas que ha dado este país.
1. Izal y un gran repertorio de canciones |
2. Una carrera de grandes éxitos |
Izal se despidió anoche de sus incondicionales de Sevilla tocando todas aquellas canciones que la gente se sabe de memoria, y que los han situado como uno de los grupos referentes de la música independiente en la última década en España. El ‘indie’ se cobra una víctima destacada en el panorama musical, sin duda.
Con una cuidada y elegante puesta en escena presidida por cinco pantallas en el escenario principal, los cinco miembros de la banda escenificaron en blanco y negro su adiós antes de presentarse por última vez a sus fans en Sevilla; la anterior fue este año durante la celebración en mayo de Interestelar Sevilla, pero aquí estaban solos y era su noche.
Mikel Izal, el líder inconfundible de la banda -y anoche aún más con las deportivas verde fosforito que calzó- saltó al ‘ruedo’ de la Plaza de España siendo más consciente que nadie que aquéllo era una despedida. Así que fue directo al grano: “Buenas noches, Sevilla. Hoy vamos a tocar todas las canciones que han sido importantes a lo largo de todos estos años y que forman parte de nuestros cinco discos. Tenéis una ciudad maravillosa, lo sabéis, y tocar en un escenario como éste es algo muy grande”.
Izal y un gran repertorio de canciones
Arrancó Izal un concierto especial con ‘Fotografías’, perteneciente a su quinto y último álbum, ‘Hogar’; canción en la que Mikel (Izal) cuenta cómo fue la experiencia de comenzar la banda: “todas y todos los que hicisteis que valiera la pena saltar a esta piscina sin saber si estaba llena”. Continúo el espectáculo con “El pozo” y “Asuntos delicados” hasta llegar al primer subidón de la noche con “Copacabana”, haciendo bailar hasta a los que estaban sentados, los menos, en el anfiteatro principal y los palcos laterales. No era un concierto para vivir en una silla.
Y del mismo disco, “Copacabana” sonó poco después “Pequeña Gran Revolución”, donde el vocalista hace un homenaje a los padres y madres, y a la llegada a sus vidas de una nueva criatura, como ha sido el caso de Alberto Pérez, el guitarrista del grupo. A Mikel le interesó si durante los dos años de pandemia el público que tenía delante había tenido hijos, y se encontró con una respuesta atronadora: “Nooooooo”. Fue una manera de saber que la gran mayoría de los asistentes al concierto de anoche era un público bastante joven. No contento, el cantante prosiguió: “vale, niños no. Pero alguien habrá aprobado unas oposiciones, al menos”. Y sí, algunos pocos privilegiados se hicieron sentir.
Pero como lo importante era seguir escuchando canciones, la banda madrileña siguió en su cometido y hicieron un regreso al pasado de sus primeros discos, sonando: “Los seres que me llenan”; “He vuelto”; “El hombre del futuro”; “Palos de ciego”; “Agujeros de gusano”; “Mèiuqer” (con el ukelele); “Tu continente”; “Inercia”; “Autoterapia”; “Magia y efectos especiales”; “Bill Murray”; “Despedida” donde Izal se retiró unos minutos para volver -ya dijo Mikel que “este es un concierto compuesto de muchas partes y todavía queda para los bises”- y reanudaron con “El Baile” habiéndose cubierto más de hora y media de ‘directo’. Se acercaba el final… Y ahí Mikel se bajó del escenario, se mezcló con el público y juntos comenzaron a cantar “Qué bien”. Fue el momento más especial y emocionante de la noche, en el que la voz y alma de Izal se sintió en su particular ‘Hogar’ y sus fans con él.
“La mujer de verde” puso el broche de oro a un concierto agridulce por lo que significaba decir adiós a una de las mejores bandas nacionales de la música en este país e, insisto, una voz inconfundible y que se echará de menos en los escenarios, como la de Mikel Izal.
Una carrera de grandes éxitos
Izal acaba una etapa tras haber cosechado en su carrera como grupo importantes galardones: Los ‘Premios Rolling Stone‘, con los que se alzaron en 2013, en la categoría de Música Independiente; ‘Mejor Grupo Revelación‘; o ‘La canción del año’ de 2015, con “Copacabana”, que llegó a disco de oro. Y así hasta la actualidad donde con su último disco, “Hogar” (2021), han anunciado su despedida.
Procedentes de otros proyectos anteriores, los cinco miembros del grupo decidieron unirse en una composición artística llena de influencias en el año 2000. Mikel Izal (vocalista y compositor), Alejandro Jordá (batería), Emanuel Pérez ‘Gato‘ (bajo), Alberto Pérez (guitarras) e Iván Mella (teclados) han formado Izal. Se estrenaron con su primer disco “Teletransporte”, realizando más de 60 conciertos por nuestro país logrando una gran aceptación del público y la crítica.
Escalón a escalón, y con 5 discos de estudio a sus espaldas: “Magia y efectos especiales” (2012); “Agujeros de gusano” (2013); “Copacabana” (2015); “Autoterapia” (2018) y su último lanzamiento, “Hogar” (2021), la banda se ha posicionado a lo largo de estos años como todo un referente de la escena alternativa y el pop-rock de nuestro país, habiendo puesto su nombre a multitud de carteles de festivales, como Sonorama; Decode festival; y Alhambra Sound, entre otros, hasta decir adiós en Icónica Sevilla Fest.
Recuerdo la primera vez que los vi en directo en No Sin Música, en Cádiz (2016) en un cartel estelar donde figuraban nombres como “Bunbury”; “Loquillo” o “Coque Malla”, entre otros. Y allí emergió aquella ‘torre humana’ que responde al nombre de Mikel Izal y su portentosa voz en, posiblemente, el mejor concierto que he visto a la banda, junto al que ofrecieron en Sevilla en el Auditorio Rocío Jurado de La Cartuja, en su gira “Copacabana”. Nada hacía presagiar este adiós indefinido. Así que sólo queda decir: ¡Gracias, Izal, y hasta siempre!