Sokurov y una clase magistral

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1. Sokurov y su amor por la Literatura
2. Una autoridad hablando de dictadores
3. Sokurov y la “estúpida” guerra
4. El amor. Rusia y Europa
5. Sokurov y el Arte

Día 4. Ciclo Voces esenciales

Redacción: Fernando Chacón

Alexandr Sokurov además de ser uno de los grandes referentes del cine europeo contemporáneo es un gran pensador. A veces, los periodistas -en esta ocasión se sumaron los universitarios- asistimos a momentos como el que pudimos disfrutar en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) dentro del Festival de Cine de Sevilla, que se desarrolla estos días en la capital andaluza. El cineasta ruso acudía al certamen con su película Fairytale, con la que participa en la Sección Oficial.

Sokurov en el Festival de Cine de Sevilla
Imagen del salón de actos del CICUS, lleno, para escuchar a Sokurov.

El Salón de Actos del CICUS estaba lleno a rebosar y había una gran expectación por escuchar a Sokurov, un momento que describió la periodista y coordinadora del Ciclo ‘Voces Esenciales’, Charo Ramos, como “histórico”. Y al que yo añadiría hora y media después como “memorable y abrumador”. Nadie esperaba lo que vendría a continuación de que el cineasta llegara, apoyado de su bastón, y tomara asiento. A partir de ahí, se nos presentó una de las mentes más claras y lúcidas que he escuchado en mucho tiempo. Sokurov habló de su infancia, de la literatura, de la guerra, del amor, del Arte… con gran sencillez y calma, ante un auditorio boquiabierto.

El autor de El arca rusa (2002), ganador del León de Oro en Venecia por ‘Fausto‘ (2011); del Premio Fipresci en Cannes por ‘Madre e hijo‘ (2003); y del Honorífico de la Academia de Cine Europeo (2017), entre otros muchos reconocimientos, dio, sencillamente, una clase magistral.

Sokurov y su amor por la Literatura

Mientras los periodistas nos dejábamos la mano en anotar todo lo que iba contando, Sokurov comenzó con una presentación de quién es Alexandr Sokurov, y comenzó por su infancia. “Mi familia era sencilla: mi madre, del Volga, y mi padre, de Ucrania. Yo no estaba relacionado con el cine, pero sí me gustaba mucho la radio. La antigua URSS, mi país, invertía en Cultura y ello se transmitía a través de la radio”. Así comenzaba el gran cineasta ruso lo que he llamado clase magistral o ‘masterclass’. Y continuaba diciendo sin que nadie en el salón de actos de CICUS se despistara: en casa teníamos biblioteca, literatura europea. Mi madre era la lectora en casa y yo crecí leyendo literatura y a los clásicos: yo me baso en Dickens, Tolstoy, Faulkner, Dovzhenko… Todos ellos son más importantes que un director de cine, por muy bueno que sea el director de cine”, sentenciaba.

Sokurov en el Festival de Cine de Sevilla
El cineasta ruso, Alexandr Sokurov, ayer, durante su clase magistral en el CICUS.

“El cine estaba lejos aún. Por entonces no pensaba dedicarme al cine, fue la vida la que me llevó hasta él. Llegué tarde a visitar museos. He tenido una influencia culta. Mi vida era muy pobre”. Con frases cortas, mantuvo la atención del público y su disertación fue creciendo por momentos.

“Yo era un chico de una familia de provincias. Pude estudiar en la Facultad de Historia, y ahí fue cuando conocí por primera vez la televisión. Siempre intenté dar lo mejor de mí. Después de Historia, me trasladé a Moscú para estudiar en la Escuela de Cine. Me echaron varias veces por mis ideas políticas, pero conseguí acabar presentándome a los exámenes”, explicaba ante un público absorto.

Y aquí llegó uno de los primeros grandes titulares: “Nunca me sentí feliz en el cine”. Una sentencia así viniendo de uno de los cineastas más reputados del mundo te deja, cuanto menos, estupefacto. Y continuó: “El cine me impulsó y aumentó mi amor por la Literatura. Ya había hecho películas y documentales… Yo pensaba que el estado soviético era eterno, pero un día el coloso se derrumbó”. Sokurov hizo una pausa -los silencios son muy importantes- y prosiguió: “No siempre los estudios te conducen al desarrollo. Lo importante es ser un buen artesano: saber hacer algo. Mi familia eran campesinos y obreros, quizás por eso los de provincia no tenemos tanto miedo”. El cineasta demostraba en ese momento conocer perfectamente ante qué público estaba hablando. “Mi lema es no temas a nada”, agregaba.

Una autoridad hablando de dictadores

Fairytale, de Sokurov, en el Festival de Cine
De izquierda a derecha: Mussolini, Stalin, Churchill y Hitler, en ‘Fairytale’.

Después de una presentación así -he querido ir cronológicamente para que los lectores lo vivan como si lo hubieran presenciado, como fue mi caso- se paró para hablar sobre lo que es una verdadera autoridad en la materia: los dictadores, los personajes que, desgraciadamente, han sido piezas fundamentales de la Historia.

Y aquí aparece la película Fairytale (que participa en la Sección Oficial) donde podemos ver a Hitler, Stalin, Mussolini y a Churchill, ya muertos, juntos y a la espera de ser recibidos por Dios. Los cuatro hablan sobre sus acciones en el mundo y también se lanzan reproches sin contemplaciones… Todo contado en blanco y negro donde la estética tiene un peso específico, y donde uno se pregunta cómo Sokurov ha hecho algo tan prodigioso. Evito hacer spoyler y contar más, porque lo que merece la pena es acudir al cine y deleitarse con algo único y diferente.

El director seguía repasando sus memorias: “mi padre era militar, pero a mí siempre me interesó contar en mis películas la parte más personal y espiritual de los personajes. Mi padre era campesino y no eligió ir a la guerra por voluntad, le llamaron al frente. Era un hombre valiente, obtuvo muchas condecoraciones. Llegó desde Rusia, vía Polonia, hasta Berlín y allí vivió lo peor de la guerra.

Sokurov y la “estúpida” guerra

Llegamos aquí a uno de los temas principales y al que más tiempo dedicó el cineasta ruso: la guerra. “A mi padre no le gustaba ver películas de guerra. Yo las detestaba porque recordaba lo que leía a Chejov (vuelta a la Literatura) cuando decía que las guerras no tienen ni sentido ni verguenza”. Mi padre siempre vivió la guerra con armas blancas y vio las caras de la gente cuando moría. En mi país, la URSS y ahora Rusia, siempre se vivió la guerra de un modo romántico, por eso cada cinco años entraba en un conflicto bélico. Seguimos viviendo en un cuartel. El destino catastrófico de Rusia es ser un cuartel gigantesco”, sentenciaba el cineasta quien, con esta frase, hacía una clara alusión a la guerra que se libra en Ucrania.

 A cada palabra de Sokurov más sentíamos formar parte de la escena. Y prosiguió: “Parece que a Stalin 28 millones de muertos en suelo ruso durante la II Guerra Mundial no fueron suficientes”. Esa ironía es característica de la obra del director ruso, quien le resta dramatismo a la historia usando el humor, y éste es palpable durante el metraje de Fairytale

Sokurov en el Festival de Cine de Sevilla
Sokurov, entre la periodista Charo Ramos y la programadora del Festival, Eulàlia Iglesias.

Llegados a este punto, nadie era capaz de interrumpir a Sokurov, quien parecía que nos había hipnotizado a todos. Su tranquilidad contando, nos tenía anestesiados. Queríamos saber más y más… “Para mí siempre fue interesante contar el interior del militar. Qué tiene en la cabeza el hombre armado. Para mí son débiles, actúan como si fueran niños”. Y volvió sobre la guerra con otro titular: “La guerra es una estupidez infinita. No se consiguen objetivos políticos con la guerra”. Y también volvió a la carga -nunca mejor dicho- contra la industria de la que es un referente: “el cine se aparta de la guerra porque tiene su propia guerra de mercado: el 90 por ciento es una mercancía visual que nosotros pagamos, no con euros, que también, sino con horas de nuestras vidas”. Tremendo. 

El amor. Rusia y Europa

Después de su sobrecogedor retrato de la guerra, Alexandr Sokurov se paró para hablar del amor. “Nos falta amor. Todos vivimos con carencias emocionales. Qué hacemos con tanto amor. El amor puede matarnos”. Y volvió al cine para hacer una recomendación: “es muy importante que la gente se reúna en el cine para hablar de todas estas cuestiones. El cine no se ve en una pantalla de ordenador, ni en la televisión, se debe ver en las salas y acompañados”. El cineasta continuó diciendo que “en Rusia no se ven mis películas. En mi país hay muy pocas salas de cine. Y retrocedió para seguir hablando del amor… “Rusia es como una hermana menor y a veces Europa se olvida de su hermana menor, pero hay que tener en cuenta que convivimos juntos”.

La entrada al paraíso de Sokurov
Imagen de la entrada al paraíso vista por Sokurov en ‘Fairytale’.

Para el cineasta y pensador, “el poder está corrupto y con mis películas quiero enseñar que la gente que tiene poder en sus manos son desgraciados. Un hombre desgraciado es un hombre peligroso”. Y aquí se centró en los personajes de la película que le ha traído hasta Sevilla y al festival, recordando algunos de los nombres que de sólo nombrarlos nos causan terror. “Hitler no habría hecho nada sin el apoyo de su pueblo. Millones de alemanes leyeron ‘Mi lucha’, y los italianos lloraban emocionados cuando hablaba Mussolini. Los juegos políticos son monstruosos.

¿Quién es la persona encargada de abrir los campos de concentración?”, se pregunta un Sokurov que estaba más metido que nunca en el discurso, si es que no lo estuviera desde antes de sentarse. “Quién es Hiroíto (emperador de Japón). Él al ver como la gente moría en la guerra, la paró. Hitler, sabiendo que se iba a suicidar y morir, y con los rusos dentro de Berlín, no paró la guerra. No firmó la rendición. Qué puede haber en la cabeza de este tumor político. En la película lo que quería es tratar a estos monstruos como seres humanos que tienen valores“, explicó. Se entiende el uso continuista del humor en Fairytale.

Sokurov y su pasión por el Arte

Sokurov en el Festival de Cine de Sevilla
El director de cine, Alexandr Sokurov, posa en el patio del CICUS.

Después de tanto horror hablando de la guerra, las conductoras del espacio, la mencionada Charo Ramos y la periodista, crítica, docente y programadora del Festival de Sevilla, Eulàlia Iglesias, decidieron darnos un respiro.

Esa primera hora de Sokurov necesitaba un giro, y por eso, sabiendo el amor del director ruso por lo artístico le preguntaron: ¿Qué le interesa del Arte? Y el cineasta lo tenía claro: “El Greco es mi maestro. Nadie como él ha mezclado la realidad con la fantasía. El Greco se implica con sus personajes, sufre con ellos cuando los retrata. ¡Es inexplicable!”, exclamaba como en éxtasis. “¿Cómo sabía tanto del hombre? Llegaba desde lo más sensible a lo más doloroso”, apostillaba. Y después de sus alabanzas al pintor griego, siguió diciendo: “Tenemos la esperanza de que el Arte nos va a salvar: los contemporáneos llegan tarde y los jóvenes no se atreven. Son los artistas del Medievo los que mantienen vivo el Arte”.

Tras una intensa hora y media que los que estuvimos allí recordaremos durante mucho tiempo, se abrió un turno de preguntas de las que destacamos estas respuestas:

“El conocimiento de la Historia es esencial para el entendimiento de una película”.
“La ignorancia es mortal. La ignorancia nos destruye”.
“Tengo fe en la democracia”.
“Mi cine no es político. Es ensayo”.

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