Pepe Viyuela vuelve a ser payaso

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1. Pepe Viyuela, en estado puro
2. Una guitarra, una silla…
3. … Una chaqueta y una escalera
4. Pepe Viyuela: el artista total

feSt. Festival de las Artes Escénicas

Redacción: Fernando Chacón

El cómico y actor, Pepe Viyuela, atrapado en un escenario y delante de un público. Es el sencillo argumento de ‘Encerrona’, la obra escrita e interpretada por el propio artista y con la que nos recuerda su época y faceta de payaso. Y desde luego el título no puede ser más apropiado, porque es así como se siente Viyuela: atrapado. Primero por unos espectadores a los que no conoce y a los que pregunta “qué hacéis ahí”; y después por una serie de objetos cotidianos que le hacen reír y también casi llorar, hasta la desesperación, sin entender muy bien el porqué.

Pepe Viyuela en Encerrona
Pepe Viyuela, en diferentes escenas con el traje.

Es ‘Encerrona’ una metáfora de la vida misma: ¿Qué hacemos en este mundo?; ¿para qué hemos venido aquí?; ¿qué quieren de nosotros? Estamos obligados a existir, pero no entendemos muy bien por qué tenemos que hacerlo y qué sentido tiene. Así es como se siente el actor, sobre todo payaso (lo hemos visto en la televisión y en el cine durante muchos años), pero verlo en el teatro es otra cosa. Tenerlo delante, a escasos metros, que casi puedes hablar con él es una experiencia muy recomendable.

Te das cuenta lo difícil que resulta estar ahí solo en un escenario, sin nada detrás, más allá de una cortina negra que no sabe qué esconde; que es lo mismo que decir “el futuro”.

Yo viví esa maravillosa experiencia justo antes de la pandemia, en uno de los magníficos talleres que organiza Sala Cero Teatro Tenía la curiosidad de saber qué se siente subido ahí arriba, y con la gente mirándote. Probadlo.

Pepe Viyuela, en estado puro

En la obra, el cómico nos recuerda que la vida es tristeza y alegría, y se van alternando. Y nos toca adaptarnos a cada realidad, y estar preparados. A veces, nos coge de improviso y no es fácil reaccionar. En esta obra, el protagonista se ve empujado por un ser invisible a actuar en un escenario ante un público durante una hora y veinte minutos. ¿Qué hacer en una situación así?

Pues Pepe Viyuela nos demuestra que lo primero es ser sincero y natural: “¿Qué hacéis ahí? ¿Para qué habéis venido? Pero si (y se mira asimismo, y a la cortina negra de detrás) aquí no hay nada. Ah, vale, el futuro. Bueno, vosotros veréis”. Y a partir de ahí, el asustado personaje se nos transforma en payaso: ante una realidad incierta -no sabe qué hace ahí, le han engañado y está asustado- se viene arriba, sonríe y levanta auténticas carcajadas ante un público que ya ha hecho suyo y que es su principal aliado en la ‘Encerrona’. No en vano, Viyuela contestó en una entrevista reciente a la pregunta: ¿”Es usted un payaso”? “Sin ninguna duda. Quiero que en mi epitafio ponga: Este hombre fue un payaso”.

Pepe Viyuela en Encerrona
La maleta, otro de los objetos que utiliza Viyuela en ‘Encerrona’.

Y es que, como hacemos ante la vida, cuando la realidad más dura asoma no tenemos más remedio que actuar. Mi padre decía: “la vida es dura, amarga y pesa”. Sin embargo, él siempre mostró su mejor cara ante la adversidad y la alegría siempre fue su mejor compañera de viaje. Y así me lo transmitió desde pequeño. Ahora pienso que mi padre era un payaso, pero no en un sentido despectivo, todo lo contrario; era una persona que tenía la habilidad de ponerle una sonrisa a esa vida dura, amarga y que nos pesa tanto, a veces. Y Viyuela nos lo recordó a todos los que lo mirábamos atentos, sin perder detalle de ‘las payasadas’ que hacía con objetos cotidianos.

Una guitarra, una silla…

Es lo que le ocurre al bueno de Pepe Viyuela. Está solo allí, obligado a permanecer en ese escenario ante unos desconocidos con quienes cada vez tiene un mayor feeling. Él necesita de sus ánimos para salir de este laberinto sin salida. El personaje había salido al principio de la representación con una maleta, pero ese ser invisible comienza a amargarle la existencia. Primero, lo devuelve al espacio negro con un maletín, que no sabe qué encierra y lo que es peor, cómo se abre.

Pepe Viyuela en Encerrona
Viyuela, en una de las imágenes promocionales de la obra ‘Encerrona’.

Mira incrédulo a sus aliados sentados cómodamente en sus asientos y riéndose un poco de él. Nos da pena. No sabe lo que todos sabemos. Dan ganas de gritarle: ¡es una guitarra! Pero Viyuela parece un niño que no conoce lo que tiene delante y se enfrenta a ello por primera vez. Después de procesar, consigue abrir el maletín y descubre la guitarra, aunque ni sabe lo que es, ni para qué sirve. Como le ocurre a los niños en edades tempranas, tiene que ir descubriendo poco a poco

Y así, ese hombre se ve atrapado por una guitarra. Comienza a moverla de un lado a otro. No sabe cómo colocarla, ni qué son esas cuerdas, ni qué hacer con ellas. Pero el ser invisible le va dando pautas y así, probando, va descubriendo que es una guitarra, cómo colocársela y que emite un sonido si tocas esas cuerdas. Así que descubierto el misterio, comienza a disfrutar del singular instrumento y se lo presenta al público, entregado al genial cómico. De algún modo, todos nos sentimos identificados con Pepe Viyuela. Todos somos Pepe Viyuela. Porque, que levante la mano quién no se ha sentido así en algún momento de su vida; y en más de uno.

La guitarra es más cómoda si la tocas sentado, sobre todo si eres un principiante. Y así aparece el segundo objeto de tortura de la noche: la silla. Y si eres un niño, qué difícil es abrir una de esas sillas de madera… Viyuela, recordemos, es como un niño que no conoce y que le obligan a hacer cosas para descubrir su utilidad. Cuántas formas hay de meterse por el hueco de una silla y no saber cómo salir. Tantas como veces que nos complicamos nosotros mismos la vida. Y no una, sino muchas. Por eso, el hombre es el único ser que cae varias veces en la misma piedra. Hay que estar muy en forma para igual que te metes en líos, saber salir. Yo no sabía que había tantas formas de liarse dentro de una silla hasta que he visto a Pepe Viyuela hacerlo. Una auténtica ratonera. Te preguntas viéndolo actuar -que es de lo que se trata- cómo va a salir. Pero, finalmente, lo logra. 

… Una chaqueta y una escalera

Porque siempre hay una salida. Mientras estemos vivos, lo importante es encontrarle una solución a los problemas y no regodearte en ellos. Por eso, nuestro protagonista termina saliendo de todas las encerronas que le va proponiendo ese ser invisible que lo tortura delante de los ojos de la gente. Sin embargo, a mal tiempo, buena cara; y en eso Viyuela es un auténtico experto. Cuando piensas que después de la guitarra y la silla no te puedes agobiar más, aparece una chaqueta -la que lleva puesta desde que salió al escenario y que se da cuenta que no hay donde colgar- y una escalera. Empezamos por esta última. El ‘malo’ de la historia -que viene a ser una especie de mentor en la vida real– devuelve al personaje con una lámpara y una escalera. La lámpara la conoce y sabe que tiene que colocarla en alto, pero no sabe cómo debe hacerlo.

Pepe Viyuela en Encerrona.
Viyuela, cargado con los objetos que lleva consigo en la obra representada en La Fundición.

Su siguiente obstáculo se llama ‘escalera’. Va descubriendo varias cosas: la primera y más importante es que tiene que subir; la segunda que tiene dos formas de hacerlo: una más rápida (dos peldaños); y otra más lenta (cinco). Deduce que es mejor subirla por donde va a tardar menos, hasta que se da cuenta que le cuesta mucho trabajo esos dos peldaños. Me llamó la atención la gran elasticidad de Viyuela para no romperse. Está en forma (59 años), pensé. Finalmente, descubre que le será más sencillo -que no fácil- subirse usando los peldaños, pero lo hace de una manera muy original: toma carrerilla y se va situando. Viyuela, el atleta. Corona la cima para su gran satisfacción y la del público. Como en la vida, a veces es mejor tomar atajos para conseguir los objetivos, aunque tardes más.

Ya ha conseguido llegar arriba, no sólo en lo físico, sino lo que es más importante: en lo anímico. Superados ‘los topes’, qué se le puede resistir. Ay, amigo. A veces, lo más cercano, es lo que más te hace sufrir. Aparece su chaqueta, con la que se tiene que marchar. Del revés, del derecho, como capa, le encuentra múltiples usos a como colocarse la prenda. Hasta que después de muchos intentos (acciones) se la consigue poner bien. Prueba superada. Es ahí cuando el ser invisible dice que ha sido suficiente: está preparado para afrontar cualquier reto que la vida, a veces, “dura, amarga y que pesa”, le pueda poner por delante. Y así, orgulloso de sí mismo, consigue salir de esta ‘Encerrona’ con todos sus objetos de tortura. Una metáfora de la vida.

Pepe Viyuela: el artista total

Cuando vi en el cartel de esta edición del feSt la presencia de Pepe Viyuela despertó en mí la curiosidad de verlo en directo. Más de 30 años actuando como payaso sobre los escenarios. Un Premio Ondas y un Premio Max por su trabajo como actor y cómico. Y añadiría: un excelente comunicador que sabe transmitir con pocas palabras y con un gran sentido del humor el mensaje.

Recuerdo en la fila de atrás a uno de los hijos del director de Escenarios de Sevilla, Pedro Álvarez Ossorio, decirle a Pepe Viyuela en plena actuación con la escalera: ¡qué te vas a matar! “No niño, que no me mato”. Risas. Qué capacidad para, mientras estás haciendo una actuación, no olvidarse de la exclamación de un niño que dijo en alto lo que todos pensamos, pero que no decimos. Qué atrevida es la inocencia de un niño. Y qué acertada, igual que la puesta en escena de un inmenso artista, que hizo que todos saliéramos del teatro con una sonrisa y con la conciencia más despierta que nunca. Antes, Pepe Viyuela tuvo que salir hasta tres veces a agradecer al público -en pie y abarrotando La Fundición- los sinceros aplausos.

 

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