Pablo López enamora en su patio sevillano

Redactor: Fernando Chacón

Fotos: Niccolo Guasti

Pablo López es talento, humanidad, cercanía, pasión. Pero, sobre todo, Pablo López es artista, con mayúsculas. El compositor malagueño hizo vibrar a sus fans en una nocturna Plaza de España -que no me canso de repetirlo- se transforma en Icónica y enamora a todo el que la ve. Abraza al artista que está sobre el escenario y al público que la rodea.

Precisamente, “El abrazo más grande de todos los tiempos” fue la canción que le hizo unirse por completo, si no lo estaba ya, con un público que lo esperaba con expectación y que lo arropó como a un niño. El cantante de Fuengirola devolvió el abrazo diciendo que le encantaría tener un apartamento “en lo alto de aquella torre”, señalando la Norte, iluminada como nunca.

Le profesó amor a la Plaza de España y a Sevilla, donde confesó que para él es especial “tocar en un lugar tan mágico”. No es para menos. Difícil encontrar un espacio así para dar un concierto en directo. Icónica Sevilla Fest ha dado en la diana organizando un festival de música en un lugar tan emblemático.

Pablo López: el artista total

Y es que la sensación que transmite Pablo López sobre el escenario es la de un chiquillo que demanda cariño, y que lo devuelve a mansalva en forma de poemas, letras que se convierten en bellísimas canciones. Como la desgarradora “El patio”, que cantaron con él las más de 6.000 personas que abarrotaban la ecléctica Plaza de España. Momento repleto de emoción que sacó las lágrimas, sinceras, de un artista total. Pablo López ya no está solo en su patio, ni en aquellos túneles del metro de Madrid -llegado de su Málaga natal- donde empezó a deleitar a los viajeros, antes de dar el gran salto a la televisión y al gran público.

Artista total. Canta, interactúa con el público; llora acordándose de su abuela, “que hoy cumpliría 100 años”, como lloro yo acordándome de mi padre. Ríe, bromea, improvisa, se levanta del piano… y no pierde ni un ápice de su magnetismo. Escribe y compone sus propias canciones. Su sencillez, espontaneidad, naturalidad y su enorme voz, algo afectada anoche en algunos momentos por las giras y que supo suplir con su sonrisa de niño travieso, enamora a todas. Ellas, sobre todo, no lo dejaron solo en ningún momento. Cantaban y sentían con él.

Dos guiños a Sevilla y despedida con ‘bises’

En una noche donde los 35 grados que marcaba el termómetro no pesaban a nadie, el cantautor (consciente de la ciudad en la que está) le dedicó dos canciones que a los sevillanos -como decimos aquí- ‘nos toca la patata’, o la fibra. Llegan al corazón y te parte en dos. “Sevilla“, de Manuel Pareja Obregón, y con el mismo título, de Manuel Alejandro y que cantó como nadie ‘la más grande’, la gran Rocío (Jurado), levantaron vellos y puso el corazón en la garganta a los que sentimos esta ciudad que nos vio nacer.

La noche, mágica, no se quería ir. Después de haber cantado con el alma “El camino”; “Quasi”; la desgarradora “KLPSO” (abreviatura de ‘Colapso’), que cantó dándolo todo, “Mariposa”, “El gato”, terminó el concierto con “Lo saben mis zapatos” y “Tu enemigo”, protagonizando, con esta última, uno de los grandes momentos del espectáculo. Coreada y repetida sin descanso por el público, cantada a capela por el propio cantante -ante el asombro de los allí presentes- poniendo en valor la gran acústica de la plaza que construyó Aníbal González, para el disfrute de propios y extraños.

Pablo se despidió agradecido, sonriente, abrazado a Sevilla. Pero lo que no podía imaginar es que cuando estuviera bajando las escaleras tras el escenario de la Plaza de España, iba a escuchar a la gente que seguía cantando el estribillo de “Tu enemigo”, mientras se resistían a abandonar al artista total en la Plaza de España. Puro embrujo, en una noche para el recuerdo.