Redactor: Fernando Chacón
Fotos: Niccolo Guasti
1. La máquina y el hombre |
2. Model: una película vintage |
3. Kraftwerk y el Tour de France |
Los legendarios Kraftwerk ‘aterrizaron’ anoche en la Plaza de España de Sevilla ante la hipnótica mirada de algo más de mil incondicionales, la mayoría alemanes como ellos. Y es que viendo la respuesta general del público a esta oferta de Icónica Sevilla Fest, seguramente, a más de uno el nombre de los precursores de la música electrónica en Europa les sonaría más a mayonesa que a músicos. Porque si no, no se explica.
Hecho este preámbulo, lo primero que hay que decir es que estos visionarios del futuro están más presentes que nunca. Los cortes que compusieron hace más de 50 años y que dejó al mundo boquiabierto, en el siglo XXI siguen en forma. Y así lo demostraron nada más colocar su platillo volante en medio de la Plaza de España de Aníbal González, un guiño hermoso a su actuación en Sevilla. Justo antes pudimos reconocer la sintonía del mítico programa de Televisión Española, “Informe semanal”, con la imagen de La Tierra de fondo.
La máquina y el hombre

Estos cuatro alemanes ‘robotizados’ pero humanos, muy humanos, aparecieron en el escenario y comenzaron su repertorio con Numbers, de su álbum Computerworld (1981), mientras se proyectaba en la pantalla números en verde, mismo color que adquiría la bellísima -una noche más- Plaza de España. Sus sintetizadores emitían esos sonidos metálicos, diferentes y únicos, con los que asombraron hace más de cinco décadas. Como diría un argentino, vinieron del más allá adelantándose a lo que ocurriría acá. Visionarios del futuro, para el resto.
La relación de la máquina y el hombre, y la aparición de las computadoras (lo que hoy conocemos como ordenadores) se refleja en la fantástica The Man Machine, donde quedamos relegados a un segundo plano por el progreso. Y a continuación, los de Düsseldorf nos pusieron en medio de una autopista, alemana por supuesto, con sus carriles perfectamente señalizados, y rodeado de un paisaje bucólico, repleto de naturaleza.
Por dicha vía circulaban una serie de coches, donde destacaban dos: el Mercedes Benz y el Wolkswagen Bettle, ejemplos de lo que la ingeniería alemana ha dado al mundo. Ambos vehículos se sucedían en una secuencia de más de 20 minutos, donde el Mercedes siempre iba por delante. Una metáfora del progreso a través de la automoción, recogida en Autobahn. Por supuesto hablamos de un viaje plácido, no como el que sufrimos los que viajamos, es un decir, por la montaña rusa de la A-49, ya sea destino Huelva o Portugal para refrescarnos en sus playas.
Model: una película vintage
Después de adelantarnos el futuro, el talentoso cuarteto alemán (podemos imaginar que los robots son así) se permitió un toque nostálgico al proyectar desde sus sintetizadores Model, perteneciente al mencionado álbum The Man Machine. Sobre la pantalla un desfile de modelos en blanco y negro presentado como una película, de producción propia, por su puesto. Algo muy retro. Bellísimo espectáculo en las imágenes, acompañado por esos sonidos que en 2023 siguen hipnotizando.
Kraftwerk y el Tour de France
Y de una proyección pasamos a otra, pero con más carrete. Uno de los momentos cumbres de la noche y que más entusiasmó al público presente en la Plaza fue cuando pudimos ver la imagen fija de unos ciclistas con la bandera de Francia de fondo. Naturalmente, era el momento de Tour de France. Escuchamos la respiración forzada y entrecortada de los deportistas en el esfuerzo de la subida a un puerto de alta montaña, como es el mítico Tourmalet. Prodigioso.
Y justo después se proyectaban imágenes en blanco y negro de la carrera ciclista más famosa del mundo, en la que los ciclistas aparecían en una de las etapas más duras de la ronda gala hasta llegar al sprint final. Todos vivimos la experiencia como si fuéramos montados sobre aquellos incómodos sillines.
Ahora que acaba de comenzar la clásica de las clásicas, aquel momento nos aceleraba y ponía el tiempo hacia atrás; me situaba en aquellas sobremesas por el mes de julio delante del televisor, recordando aquella proeza del navarro Miguel Induráin, con sus cinco ‘Tours’, o justo antes el logrado por el segoviano, Perico Delgado. Momentos felices. Desperté. Una felicidad que continuaba en el momento presente con estos robots humanizados, vestidos elegantemente con luces LED, que hacían prodigios desde sus particulares máquinas y unas pantallas de fondo.
Tempus fugit, el tiempo vuela como ese tren moderno de alta velocidad que Kraftwerk presagió y proyectó, y que lleva por título Trans Europa Express (1977). Una locomotora que nos llevaba a toda velocidad hasta el final del espectáculo. Antes, demostraron su acercamiento a los temas de actualidad y así sonaron otros grandes éxitos como Neon Lights o Radioactivity, con las catástrofes nucleares de Chernóbil y Fukushima, como ejemplos.

Y los Kraftwerk se fueron como llegaron: con Robots, pero con alma. Al ritmo de una música que no paró hasta el final, fueron saliendo uno a uno del escenario (ordenados como buenos alemanes) con Music non stop. Cogieron su platillo volante y regresaron al pasado para hacernos ver con tiempo lo que nos depara el nuevo futuro. Ellos se adelantaron a la tecnología y ‘apadrinaron’ a grupos como New Order, Pet Shop Boys, Joy División y, por supuesto, Depeche Mode. Todos, ‘hijos’ de Kraftwerk.