La inmensidad del paisaje como protagonista

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SEFF 2015

 

Crónica 7 Juan Antonio Hidalgo

G004_C018_0926OCOtras tres cintas más de la sección oficial. La primera de ellas fue Peace to us in our dreams. Procedente de Lituania y dirigida por Sharunas Bartas, que también la protagoniza, esta es la prueba (una más) de que, a pesar de ser vecinos, las cinematografías rusas y lituanas son muy diferentes. En este mismo SEFF hemos visto otro filme de la misma procedencia que este (The summer of Sangailé, de la que hablamos hace unos días).

En un día de verano, un hombre, su actual novia y la hija de él, llegan a una casa de campo para pasar el fin de semana. Tras la reciente muerte de la madre de la chica, esta vive con el padre, pero no se ocupa demasiado de ella. Él está estancado en la rutina. La novia, una violinista con tendencias depresivas, vive solo para la música. Con relaciones que no son, el viaje es un intento para unirse de nuevo.

Los silencios como arma de reconocimiento, los extensos paisajes, la luz impalpable, las tensiones íntimas, son elementos que usa Bartas en sus películas. Aquí lo explota aún más. Los personajes son almas atormentadas que sufren por el miedo. Así, tras poderosos silencios, en los últimos minutos estallan las voces, los largos diálogos a modo de exorcismo personal. Además, una segunda trama mantiene la tensión hasta el final. Un rifle de caza que desaparece, un disparo que rompe la paz en el silencio del bosque. ¿Quién dispara?, ¿quién es la víctima?

Pero lo cierto es que hay que bucear en la realidad del director para comprender más en profundidad toda la primera parte, la de las relaciones entre los miembros de la familia (especialmente entre padre e hija, ya que la de la nueva novia va por otro lado, con otro personaje). El mismo Bartas es el protagonista; su hija real es su hija en la película; su mujer (madre de la cría) murió hace poco…

Buena película, buena historia sobre los lazos familiares y la dificultad para reconstruir sus vidas, con imágenes bellas y poderosas.

sangue-del-mio-sangue-disponibile-il-poster-234259-1280x720Ganadora del premio Fipresci de la crítica en el último festival de Venecia, Blood of my blood, dirigida por el septuagenario Marco Bellocchio (uno de los clásicos del cine italiano), plantea dos historias separadas por varios siglos de distancia pero con el nexo en común de un monasterio en Bobbio. En la primera parte, unos monjes de la Inquisición tratan de probar que la joven Benedetta es sierva de Satán para salvar el honor de un cura recientemente fallecido. En la segunda, un conde que vive recluido en el mismo edificio recibe la visita de un inspector fiscal que acompaña a un millonario ruso que quiere comprar el inmueble. Una cinta bella y emotiva, mejor en su primera parte (baja bastante en una segunda algo tosca), y en la que hay que estar atento para descifrar su algo críptico desenlace. Final, por cierto, hermosísimo.

La tercera de las partes de la trilogía de Miguel Gomes (de la que llevamos hablando dos días) no aporta nada nuevo. Las mil y una noches. El embelesado es más de lo mismo, un par de momentos destacables en una película que se alarga y se alarga, y se alarga sin que consiga enamorarnos. Así que, poco más que añadir.

pozoamargoOtras dos películas más dentro de Las Nuevas Olas se presentaron ayer. La española  Pozoamargo, dirigida por Enrique Rivero, fue la primera de ellas. Película inclasificable e incomprensible, no por su dificultad a la hora de describirla y ubicarla en uno u otro género, sino por lo duro que es comprender qué puñetas nos quiere contar aquí el director.

Es una cinta sobre la culpa (eso, al menos, es lo que Rivero nos cuenta en la rueda de prensa) que nos deja ojipláticos, incapaces de comprender qué significa, por qué nos han hecho madrugar para esto, y por qué hemos aguantado hasta el final. Jesús descubre que tiene una enfermedad venérea e, incapaz de enfrentarse a esa situación ante su mujer embarazada, se escapa a un pequeño pueblo donde vive de incógnito como campesino. Repleta de elementos carentes de explicación (en el argumento, en su estructura, en cómo actúan los personajes…), como por ejemplo: no se entiende lo de Natalia de Molina (y mira que me jode, que esta chica tiene talento y trabaja bien), pero, ¿por qué actúa como actúa?, ¿por qué no habla con nadie más que el protagonista, y solo se la ve con él?, ¿es que acaso es un fantasma?; o que sea la segunda en los créditos cuando solo aparece tres minutos. O, ¿por qué le deja un mensaje a otro protagonista revelándole un secreto?, ¿Por qué está completamente derruido un pueblo que lleva abandonado apenas seis años? Y así suma y sigue… Incomprensible y absurda, una de las peores cintas que se han visto en este certamen. Lo único destacable (si acaso) los desoladores paisajes, que ofrecen más fuerza que la historia.

Cerramos la jornada con la francesa deux remyDeux Rémi, deux, dirigida por Pierre Léon. Adaptación libre de El doble, de Fiodor Dostoievski, en la que Rémi, un tipo anodino que vive con su hermano y trabaja en el departamento de ventas de una empresa de juguetes para gatos, y que un día descubre que ha aparecido un nuevo Rémi, exactamente igual a él, pero más eficaz, más divertido, más carismático. Sus compañeros de trabajo y los padres de su novia caen rendidos ante este nuevo Rémi, y no parecen extrañarse por la existencia de dos de ellos en la misma sala. Poco a poco queda claro que uno de los dos debe desaparecer.

El arranque y el punto de partida de la idea son muy buenos, pero Léon los agota pronto y no los explota con el acierto que sería conveniente. Y a pesar de que solo dura sesenta y seis minutos, llega un momento en el que se hace algo larga.

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