Déjà vus a gogó

Foto del autor

SEFF 2016

Crónica 3. Juan Antonio Hidalgo

la-muerte-luis-xiv
Escena de ‘La muerte de Luis XIV’.

Fuera de concurso, pero dentro de la Sección Oficial, se proyectó La muerte de Luis XIV, película francesa con director español, que ya en su título deja claro todo lo que va a contar la película. Lo que empieza con un agudo dolor en la pierna acaba con el monarca Luis XIV postrado en la cama en lo que será una lenta agonía hasta su muerte días después.

El polémico Albert Serra se pone a los mandos de esta historia, con la que obtuvo el prestigioso Premio Jean Vigo. El trabajo visual es magnífico. Cada uno de los planos es una representación pictórica que recuerda a la obra de Caravaggio, con una fotografía portentosa iluminando apenas con unas pocas velas.

heartstone_02
Fragmento de ‘Heartstone’.

Imágenes poderosas que visten una trama mínima que fluye con ritmo inexistente. Morosa, aburrida, pretenciosa, cuenta con una actuación sobresaliente de un clásico como Jean-Pierre Leaud.

Desde Islandia llega Heartstone, esta sí, participante a concurso. Y aunque la película está muy bien hecha, muy bien interpretada, muy bien todo, lo cierto es que la historia no es nueva. Thor y Christian son dos críos, apenas adolescentes, en el verano de su despertar sexual que viven en una pequeña aldea pesquera, rodeados de una naturaleza salvaje. Christian se da cuenta de que le inundan sentimientos confusos por su amigo.

Historias de jóvenes que descubren sentimientos homosexuales, en comunidades cerradas y poco tolerantes, por lo que se siente que es algo que no debe sentirse, que está mal, hemos visto muchas. Muchísimas. Incluso en los detalles más pequeños, como los que hay aquí: familia con problemas que está a punto del divorcio, el chico amado que ama a una chica, pandilla de chicos ‘rivales’ que se enfrentan con ellos, etc, etc. Buena película, pero no aporta absolutamente nada en ningún aspecto.

La británica Andrea Arnold regresa a Sevilla después de haber participado en el certamen con las fantásticas Red Road y, algunos años después, Fish tank. Por ello esta American honey, (foto de portada) primera incursión en el cine americano (coproducida con Reino Unido, por eso está aquí), era muy esperada. Por eso y porque venía avalada por el Premio del Jurado en Cannes.

En ella, Star (interpretada por la debutante Sasha Lane) es una joven que abandona a su familia para fugarse junto a una variopinta pandilla de inadaptados, con la promesa de un trabajo que le hace el magnético Jake (Shia LaBeouf), y que no es otro que vender falsas suscripciones a revistas puerta a puerta.

Varias cosas que declarar en su contra: la más leve, ¿por qué está en un certamen que pretende proyectar la imagen de un continente como el europeo si la historia se desarrolla en los Estados Unidos, con sus valores, sus costumbres sus creencias…?

le-parc
Imagen de ‘Le parc’.

La media: la historia es conocida, los personajes son conocidos, la trama es conocida, vista mil veces en mil películas distintas; la más grave: Arnold vende humo, es (como sus protagonistas) una embaucadora, nos tima ofreciéndonos algo que no existe. Los personajes están igual al final que al principio, la evolución de esta road movie es nula. Y eso que tiempo tiene de sobra, ya que la película dura casi tres horas.

Por último, vimos la francesa Le parc, que está inmersa dentro de la sección Las Nuevas Olas. Película sencilla, que parece hecha sobre la marcha (de la presentación del director parece inferirse que algo de eso hay).

Un chico y una chica se encuentran en un parque, y tras un día de conocimento, de enamoramiento, cae la noche y una especie de encantamiento cae sobre el parque cuando la chica intenta deshacer el día que acaba de pasar.

La película está montada en base a unos mimbres muy simples. Tres personajes, un decorado, y una historia que fluye con naturalidad. El problema viene cuando se quiere dar solución al misterio, cuando se quiere revelar porqué acaba de pasar lo que acaba de pasar. Y es ahí cuando se comete el error de acudir a la excusa más pueril y más facilona que se puede imaginar

Deja un comentario