Gregorio de Ybarra expone desde este jueves en la Galería Haurie. ‘Desde Bilbao a Sevilla. De la Ría al Río’ es el nombre de la muestra que vincula al artista de Getxo con la capital de Andalucía.
Luz, color, realidad, formas, emociones… Estos son los parámetros fundamentales sobre los que gira la creación plástica de Gregorio de Ybarra.
Un artista por tradición y devoción, cuyo oficio ha ganado con el tiempo consistencia compositiva, fuerza discursiva en la ensoñación de la realidad y hasta proximidad con el espectador.
La luz plena y versátil de sus composiciones unas veces se adensa con un pequeño tinte de magia expresionista cuando refleja esa atmósfera todavía fabril de la ría de Bilbao; mientras que se torna intensamente cromática con el paisaje verde de los montes y los valles vascos; o profundamente azúl cuando el mar o las playas inundan su paleta.
Tanto en un caso como en el otro, los brochazos de semejanzas impresionistas nos recuerdan a Regoyos o Rochelt, lo mismo que su elegante desfiguración de fondo nos acerca a Ramiro Arrúe.
Hay en los cuadros de Gregorio de Ybarra, pues, esa misma masa crítica sempiterna de la moderna pintura vasca, cuya gran virtud buscó y encontró en el primer cuarto del siglo XX la asimilación con las corrientes vanguardistas ultrapirenáicas.
Pero son también formas y colores inmersos en la tradición y sentimientos que plasman la vinculación espiritual con la tierra.
Porque esa sutil y elegante combinación de la luz con el color y de la forma con la ligera evanescencia de la realidad, nos hacen bien reconocible un paisaje próximo, sobre el que la mirada de Gregorio de Ybarra nos proyecta una profunda emoción creativa; llena de nostalgia para el que contempla ahora un presente plagado de evocaciones y afectos, que vinculan lo retratado con la raíz de nuestra propia identidad.
Un formidable intérprete del paisaje real o imaginado, en definitiva, pero también un formidable evocador de los sentimientos y las nostalgias inherentes a nuestro paisaje más familiar.
De pintura hablamos
El lápiz, el más humilde de los instrumentos que en el ejercicio de su oficio tiene el artista es además -en función de la presión que éste ejerce con su mano sobre el papel- el más sensible y preciso medio de representación espacial.
A esa presión, que tan pronto aleja como acerca, hiere como acaricia, la llamamos Dibujo. Si son líneas, del juego de éstas nace la perspectiva, si manchas, los tonos que definen o envuelven.
Sobre el papel blanco, el dibujo es siempre una declaración de principios convertida en imagen. Aquí una abstracción, aquí un edificio.
Gregorio de Ybarra aprendió a dibujar temprano. Una sólida formación académica, de las que evitan descubrir el Mediterráneo a cada vuelta, le permitió durante su vida profesional dibujar edificios y que éstos pasarán del papel a los ladrillos.
La misma formación que ahora le permite ampliar su mirada a los lejanos caseríos y que éstos se conviertan en pintura. Y así lo mismo con la ría como con el rio, con la misma profesionalidad y la misma pasión.
De arquitecto a pintor
Nací el 5 de junio de 1942 en Guecho, provincia de Vizcaya. Me licencié como Arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.
Ejercí mi profesión en diferentes ámbitos. He sido Arquitecto del entonces llamado Ministerio de Educación Nacional, en la provincia de Cuenca, y del Consejo de Protección de Menores, organismo autónomo del Ministerio de Justicia.
He proyectado y dirigido obra para clientes particulares y para empresas inmobiliarias nacionales y extranjeras, de alguna de las cuales fui director general.
Con la llegada de la crisis que afectó en gran medida a los profesionales de la Arquitectura, encontré en la Pintura una nueva forma de trabajo en la que ocupar mi tiempo y dedicar mi esfuerzo.
El mundo del Arte no me era ajeno. Mi abuelo Gregorio de Ybarra y de la Revilla, había pintado en el estudio de Eduardo Chicharro. Fue miembro destacado de la Asociación de Artistas Vascos llegando a presidirla. Murió en el año 1973 siendo presidente de la Comisión Ejecutiva del Patronato del Museo de Bellas Artes de Bilbao, presidencia a la que había accedido en 1935.
Él me transmitió su pasión por la Pintura y me indujo, fomentó y alentó en la práctica del dibujo, que tan necesario me iba a ser.
En mi preparación para el ingreso en la Escuela de Arquitectura, recibí clases de Eduardo Santonja malogrado y gran pintor perteneciente a la llamada escuela de Vallecas y del escultor segoviano Florentino Trapero.
Posteriormente, y ya en mi época de Cuenca, frecuenté los estudios de Fernando Zóbel, Gerardo Rueda, Gustavo Torner, Bonifacio Alfonso y tantos otros, afincados allí al amparo del recién creado Museo de Arte abstracto.
Desde octubre de 2009 trabajo en el estudio de Antonio Escobar, excelente pintor y persona, con exposiciones en galerías nacionales y extranjeras, y obras colgada por todo el mundo.
Antonio me inició en la pintura al óleo y de él he recibido, además de su amistad, todo cuanto he sido capaz de asimilar del oficio de pintor. La amistad es recíproca y va más allá de la relación maestro-alumno.
A pesar del corto espacio de tiempo en el que he desarrollado mi pintura, he expuesto en diferentes exposiciones colectivas e individualmente en Madrid, Bilbao y Sotogrande (Cádiz).
Las exposiciones individuales fueron donde vivo y he vivido desde mi niñez; donde nací y donde tal vez se desarrolló la etapa profesional más gratificante de mi carrera profesional.
Expongo ahora en Sevilla ciudad en la que -por su matrimonio con un sevillano- reside una de mis dos hijas, en la que han nacido cuatro de mis siete nietos; y en la que hace ya más de cien años arraigó una parte importante de mi familia. Por eso, el título de mi exposición: “Desde Bilbao a Sevilla, de La Ría al Río”.
Exposición ‘De Bilbao a Sevilla. De la Ría al Río’
Autor: Gregorio de Ybarra
Lugar: Galería Haurie. Guzmán El Bueno, 9. Sevilla
Inauguración: 20 de abril de 2017, a las 20 horas
Fechas: Del 20 de abril al 27 de mayo de 2017