SEFF 2015
Crónica 3 Juan Antonio Hidalgo
Día completo el de ayer domingo. Tres nuevas películas se presentaron dentro de la Sección Oficial. La primera de ellas fue The childhood of a leader, cinta basada en un relato de Jean Paul Sartre, y dirigida por el actor Brady Corbet, que narra los años como infante del que en un futuro se convertiría en un líder fascista. Aunque la historia transcurre y se apoya en hechos reales (empezando en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, en la Francia en la que se negocia la rendición con el Tratado de Versalles), el personaje protagonista, el líder al que se refiere el título, es ficticio, aunque a nadie se le escapa (por el físico y por la imaginería que vemos en los últimos minutos, cuando ya se ha convertido en jefe político) que estamos ante un trasunto de Hitler.
Es una cinta compleja que deja unas sensaciones contradictorias. Arranca con una secuencia de apertura tan brillante (apoyada en una banda sonora magnífica) que es extremadamente difícil mantener el nivel. Estructurada en tres partes y un epílogo, el tempo es pausado y la atmósfera se va enrareciendo por momentos. El carácter del pequeño protagonista se va agriando, por su propio temperamento, por la frialdad del trato de su propia madre, por la ausencia casi perpetua de su padre, hasta que estalla. Aunque la primera sensación es de extrañeza (el largo plano final es difícilmente comprensible), lo cierto es que a medida que pasan las horas el poso que queda va aumentando y las sensaciones mejoran.
La sorpresa de la jornada (y puede que del festival) la dio Madame Marguerite. Basada (muy libremente) en la vida de Florence Foster Jenkins (la peor ‘soprano’ de la historia), esta cinta ha llegado al número uno en las salas francesas (lo cual tampoco quiere decir mucho, que ya hemos sufrido otras que han llegado a ese mismo puesto). En el París de los años veinte, con las vanguardias emergiendo, Marguerite Dumont es una adinerada excéntrica e inocente, amante de la ópera y del arte, que intenta triunfar como soprano. Tiene una fe ciega en su talento, apoyada por su marido y amigos, que aplauden con fervor cada una de sus actuaciones privadas, incapaces de confesarle que carece por completo de talento. Cinta disfrutable desde el minuto uno, a ratos resulta divertida, y otras realmente amarga. Una historia bien rodada y bien narrada, cuenta con una interpretación soberbia de Catherine Frot, que suena ya para el premio a la mejor interpretación femenina. Xavier Giannoli ha sabido encontrar el tono justo a esta película, que podía haber caído en la sátira cruel y destrozar a su personaje, pero consigue que no pierda la humanidad en ningún momento.
Por último vimos One floor below, cinta rumana dirigida por Radu Muntean. Como gran parte del cine rumano (al menos del que nos llega), esta cinta comparte con ellas el modo de narrar la trama. El conflicto se presenta, pero durante gran parte del metraje no pasa nada (aparentemente), todo va por debajo, oculto a la vista, hasta que llega el momento inevitable en el que estalla. En este caso concreto, Sandu vuelve un día a casa y oye a Laura, su vecina del primero, discutir fuertemente con Vali, su vecino del segundo. Sandu decide no involucrarse, y no contarle nada ni a su mujer, ni a la policía, ni siquiera cuando al día siguiente se entera de que Laura ha sido asesinada.
No solo es una cinta sobre la violencia machista, sino también sobre la moral de los humanos, incapaces de implicarse en algo que no sea sus propios asuntos. Muntean plantea un estudio sobre la culpa. El director mide perfectamete la tensión para que esta vaya in crescendo, apoyándose para ello en una buena interpretación de su protagonista Teo Corban.
Para completar la jornada, dos películas de secciones paralelas con el punto en común de estar protagonizadas por mujeres, y de pertenecer ambas a Las Nuevas Olas. Vimos Paradise, cinta irano-alemana sobre la vida de Hanieh, una profesora que sufre, como la inmensa mayoría de mujeres de su país, la violencia diaria a pequeñas dosis. Interesante y agobiante, se apoya en las reiteraciones para reforzar esa idea de que el mundo que rodea a la protagonista es inamovible, esa sensación de pesadez, de agobio. Interesante, aunque no llega a rematar la faena.
Por otro lado, The Summer of Sangailé es una de las delicias del certamen. Esta cinta lituana cuenta un verano iniciático en la vida de la joven Sangailé, una chica introvertida que no sabe qué hacer con su vida, hasta que conoce a Austé, una chica de su edad con la que inicia una amistad que la ayuda a salir de su caparazón. Con una atmósfera embriagadora, esta cinta se hizo con el premio a la mejor dirección en el último Sundance, y con los de mejor película, actriz y dirección de arte otorgados por la academia de su país. Tiene momentos mágicos y muy poéticos, tiene algún que otro logro visual, y multitud de planos de aviones acrobáticos (demostración palpable de la pasión enfermiza, casi de psiquiátrico -según palabras de la propia directora-, que sienten los lituanos por todo aparato volador)