Flores para el deleite

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Redacción: Fernando Chacón Frías

Flores y un par de fuentes con chorros de agua de los Jardines del Alcázar. Algún patio sevillano… Pero sobre todo, flores. Rosas, limoneros y rosales ocupan gran parte de los cuadros de la exposición ‘Preguntándole a las flores’, inaugurada hace unos días en la Galería de Arte Haurie, que abre, así, una nueva temporada en Sevilla. La muestra se podrá ver hasta el próximo 22 de octubre.

Limonero en Galería Haurie
‘Limonero’, acuarela de la exposición ‘Preguntándole a las flores’.

El artista, Francisco Castro (Córdoba, 1971), es el autor de una serie de acuarelas en la que las flores parecen cobrar vida a los ojos de quien las contempla. Cuántas veces hemos escuchado la frase «Díselo con flores», donde hemos querido expresar amor hacia una persona o, simplemente, buscar una reconciliación. A veces funciona, y otras no. Pero las flores nunca dejan indiferente. Están unidas a lo romántico, a la belleza… al placer.

Cuando nos situamos delante de ellas, ¿qué le preguntamos a las flores? Cada uno las interrogará de una manera, mostrándole sus inquietudes, sus dudas, sus pensamientos. Igual que a cada uno el Arte le dice una cosa, la respuesta a esa pregunta está en el ‘yo’ más subjetivo.

Las flores que nos muestra el acuarelista cordobés se difuminan detrás de su pincel. No se ven tal cual las solemos apreciar cuando las tenemos en nuestras manos. Quizás sea ese el motivo: que no las tocamos. Pero sí que las observamos, las contemplamos… Y nos quedamos embobados, como abstraídos. Ensimismados. Nos hacen sentir. Sabemos que son flores, pero aparecen bajo un halo de cierto misterio. Rosas y verdes se entremezclan sobre un fondo siempre difuminado, que le da un cierto aire de abstracción al conjunto de la obra. Y mucha belleza.

Fuentes con agua de Francisco Castro.
Las fuentes y el agua en dos acuarelas de la exposición ‘Preguntándole a las flores’. Foto: Las 2 sevillas.

El agua es también un elemento vertebrador en la exposición, algo que podemos apreciar concretamente en dos cuadros. Si los miras con atención, puedes incluso escuchar como suben y caen esos chorros de la fuente. En uno tenemos una imagen más lejana, donde se divisa el jardín; en el otro cuadro, Castro nos acerca la fuente para casi que bebamos de ella. La sola contemplación de estas dos obras invita a la meditación y al absoluto deleite.

 

Máximo exponente de la acuarela

Francisco Castro en Haurie
El pintor, Francisco Castro, junto con Magdalena Haurie, delante de uno de los cuadros de la exposición ‘Preguntándole a las flores’. Foto: Las 2 sevillas.

Es Francisco Castro un referente en España de la complicada técnica de la acuarela a la que se dedica de forma autodidacta desde muy joven. Además de en la Galería Haurie su trabajo está representado en otras salas de España y Europa. Ha recibido un gran cantidad de premios y menciones por su obra, como la Medalla de Honor del Premio BMW (otorgada en cuatro ocasiones); el Premio Especial Reina Sofía; el Premio Gaudí de Acuarela; la Medalla Prados López; o el Premio Julio Quesada de Acuarela, entre otras distinciones.

Dice Joaquín de Santiago… Cuando me adentro en estos motivos que nos presenta Francisco Castro, me viene a la cabeza la palabra «Art Topiarius», que los antiguos griegos utilizaban para designar al jardinero encargado de un jardín para el placer. Por lo tanto el Topiarius era un artista del jardín, un creador de escenarios vegetales y de arquitecturas naturales, realizados para el deleite de los que los contemplan.

jardines del alcazar de Francisco Castro.
‘Jardínes del Alcázar’, en la exposición ‘Preguntándole a las flores’.

En estos trabajos uno tiene la sensación de sentirse un mero espectador, al que le han situado en un escenario para la contemplación de la naturaleza, moldeada por el “ Topiarius”, para sumergirnos en un mar de sensaciones. Estas aguadas en su devenir y transcurrir del agua por el papel, me trasladan a la idea del mismo Edén. Por eso la sombra del paraíso se intuye en estas pinceladas de agua, en los misteriosos parques abandonados, en la fragancia de las flores y en los esculturales cipreses.


«Silenciosos caminos, soñolientas arcadas,
inmóviles estanques y ventanas cerradas:
nada vive entre medio de la intensa verdura,
para tus cuadros tristes no queda figura…
«.

Eduardo Marquina

Este paraíso soñado, en el que Castro nos acerca al mundo espiritual, invisible y trascendental, la pintura refleja su naturaleza y es un espejo de la mente del pintor. Desde esa mente nos llega el silencio que hay en esos jardines, el silencio de los parques viejos, silenciosas también las flores, y silenciosas las estatuas que nos remiten a tiempos pretéritos. Es verdad que el paraíso soñado por el ser humano se desvela en forma de aguadas en estos jardines de ensueño.

«Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta…
la fuente sonaba».

Antonio Machado

El jardín soñado del paraíso, donde siempre es primavera, y las fragancias perfuman los árboles cargados de frutos. Es allí a donde estas acuarelas nos transportan, a todos estos elementos místicos, como imagen del alma.

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